sábado, 31 de enero de 2009

La antigua imagen de la Virgen (I)

Abrimos esta serie de fotografías de la antigua imagen titular con la que es sin lugar a dudas la de mayor calidad de las que se conservan, y en la que puede observarse con mas detalle todos sus rasgos.

Analizando los aspectos mas destacados de esta fotografía, podemos destacar como la Virgen aparece sin la tradicional toca o mantilla sobre la cabeza, siendo la única fotografía en la que se presenta así. Igualmente destacar los pendientes y la cruz que lleva la Virgen, que junto al dato anteriormente mencionado de no llevar mantilla, hacen identificar esta fotografía como la que sirvió de modelo para la realización de las primeras medallas de la Asociación y Corte de Honor allá por los años veinte del s.XX, y que aún se conserva en las reproducciones actuales. Igualmente esta fotografía puede datarse con total probabilidad antes de 1934 en que fue restaurada la Stma. Virgen. Se aprecian los daños en la policromía producidos por la costumbre de ser vestida durante décadas, y levemente la decoración del antiguo camarín de la Virgen, de forma rectangular a diferencia del actual. Las demás fotografias de la antigua imagen serán todas en la ermita, en distintos lugares, pero en ninguna aparecerá ya dentro del camarín como en ésta.


Aprovechamos para hacer una reseña sobre dicha imagen:

Sabemos que data de 1791 por una noticia que D. Juan de Ballinas incluye en sus notas. Nada se sabe sobre su encargo ni autoría, pero estudios realizados por la asociación cultural Carteia publicados en su libro "La ermita de Consolación de Cartaya", apuestan por acercarla a la obra de Blas Molner, por similitudes con la Santísima Trinidad que realizó para la Iglesia de Santa María la Blanca de Sevilla. Seguidor de las tendencias academicistas, estaba activo en Sevilla desde 1770, donde llego a ser director de la Escuela de Nobles Artes, muriendo en 1812.

La antigua imagen presentaba todas las características del estilo renovador y distinto de los academicistas andaluces, aunando la tradición barroca con los principios del academiscismo, en los que el movimiento de cuerpo y paños se reduce dando paso a una serenidad y estatismo de corte clásico. Igualmente se regula el tamaño, denominándolo académico, algo menor que el natural, como es el caso de la antigua imagen.

En su composición y aspecto general posiblemente debiera recordar a la antigua imagen del siglo XVI, por lo que presentaba una composición frontal, sin movimiento, con mucha serenidad y un plegado de paños sin vuelos ni incurvaciones. La Virgen llevaba túnica de pliegues menudos, de anchas mangas y amplia caida, ceñida por una estrecha faja de tela listada. No llevaba manto, sino capa aprochada con broche cuadrangular dispuesto en rombo, que hacía pliegues menudos en la parte superior y anchos en el resto, con una gran "V" en el alda. La pierna derecha se adelantaba, subiendo la rodilla y permitiendo que asomase un sólido zapato. No llevaba velo, luciendo el cabello de talla adaptándose a la cabeza. La mano dercha portaba el cetro, entre los dedos índice y pulgar, mientras que los dedos anuñar y corazon aparecían unidos y el meñique bastante separado. La mano derecha presentaba unido y ligeramente flexionados los tres dedos externos, mientras el índice se separaba bastante y no estaba flexionado, formando cruva para sostener al Niño.

Por lo que respecta a la policromía, solo es posible un estudio del dibujo, pues no es posible comparar el color, dado que el original es en blanco y negro, y la fiabilidad del "coloreado" en algunas fotografías no es mucha. Los temas decorativos de los mantos de ambas imágenes respondían a diseños textiles de moda en la segunda mitad del siglo XVIII, y basicamente consistían en flores entre calles de guirnaldas onduladas. El manto de la Virgen presentaba guirnaldas de hojas doradas que definen calles entre las que se alternan grandes rosas y flores mas pequeñas. Las fimbrias del manto eran anchas y presentaban un diseño rococó.

El rostro de la Virgen presentaba una extraordinaria serenidad, con una sonrisa muy leve. Solamente el Niño se apartaba de estas características y era de diseño mucho más barroquizante. De composición muy movida, marcaba un giro en horizontal, flexionando ambas piernas con la izquierda levemente elevada. Adelantaba el brazo derecho que se elevaba para bendecir a la griega, aunque sobre ella llevaba el Mundo.

La corona de la Virgen y las potencias del Niño fueron encargadas por D. Celestino Maestre en Sevilla a mediados del s. XIX. El sillón, blanco y dorado, procedía también del perido de renovación de enseres del siglo XIX.

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