lunes, 25 de febrero de 2013

MISA MENSUAL

En acción de gracias por el pontificado de S.S. el papa Benedicto XVI
 
 

El próximo viernes, primero del mes de marzo, tendrá lugar la Misa ante la Santísima Virgen en la Ermita. Como de costumbre, comenzará a las 17:30 horas, tras el rezo del Santo Rosario, ocupando la sagrada cátedra nuestro párroco y director espiritual D. Manuel Domínguez Lepe. Finalizará con el canto del Himno a la Virgen, procediéndose a continuación a la apertura del camarín.
 
De forma extraordinaria, la Eucaristía será aplicada en acción de gracias por el pontificado de su santidad el papa Benedicto XVI, tras anunciar la renuncia a su ministerio papal el pasado día 10. Con ello, nuestra Hermandad eleva al Señor su gratitud por el pontificado del Santo Padre, así como pone ante Nuestra Madre de Consolación sus oraciones para que con su intercesión ilumine a los padres cardenales en el cónclave que se celebrará D.M. para elegir a su sucesor. Que sea María, Consoladora de los Afligidos, el pilar de Benedicto XVI hasta el fin de sus días.
 
De igual modo, en la misa tendremos presente a nuestras hermanas Dª. Angela María Delgado Ajuria y Dª. Angelita Ponce Jiménez, recientemente fallecidas, pidiendo a Nuestro Señor por su eterno descanso. Descansen en paz.

sábado, 16 de febrero de 2013

CARTA DE CUARESMA DEL SEÑOR OBISPO


"Tiempo para crecer en la fe"
 
Mis queridos hermanos y hermanas
 
Cuando Jesús comenzó su predicación, proclamó: “está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1, 15). Estas palabras del Señor relacionan estrechamente la llamada a la conversión y la invitación a creer la Buena Noticia que él nos ofrece. “Convertíos y creed”. La Cuaresma es tiempo de conversión, es tiempo para crecer en la fe. La fe es la aceptación, confiada y obediente, de lo que Dios nos ha comunicado a través de su Hijo Jesucristo. Creer es acoger la Buena Noticia del amor de Dios manifestado, sobre todo, en la muerte y resurrección de Jesucristo. Convirtámonos creyendo, es decir, acogiendo ese don extraordinario del amor de Dios, y crezcamos en la fe, convirtiéndonos, es decir, dejándonos transformar por ese acontecimiento que nos salva.
 
“Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él” (I Jn 4, 16). La Cuaresma de este Año de la fe, al que nos ha convocado el Sucesor de Pedro, el Papa Benedicto XVI, es para nosotros una oportunidad para profundizar en nuestra fe. ¿Cómo? Recordemos unas palabras de San Pablo: “si profesas con tus labios que Jesús es Señor, y crees con tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo” (Rom 10, 9). El Apóstol señala dos dimensiones importantes de la experiencia de fe: profesar con los labios y creer con el corazón. Profesar significa saber decir en público, manifestar, proclamar. Hemos de saber decir en Quién creemos y expresar lo que creemos. La Iglesia ha resumido la fe cristiana en el “Credo”, que es una síntesis de lo que Dios nos ha revelado. Durante esta Cuaresma, en todas nuestras parroquias, haremos un esfuerzo para explicar el Credo, para que nuestra fe esté bien cimentada y todos los creyentes sepamos decir bien y proclamar con firmeza nuestra fe. El momento más adecuado para la profesión de fe en nuestras parroquias será la celebración de la Vigilia Pascual. Después de haber profundizado en la comprensión del Credo, durante la Cuaresma, unidos a nuestros hermanos, celebrando la Resurrección del Señor, renovaremos las promesas de nuestro Bautismo, expresando con gozo: “Sí, creo”.
 
San Pablo nos ha recordado que no basta profesar con los labios, hay que creer con el corazón que Jesús resucitó de entre los muertos. Lo que dicen los labios tiene que estar arraigado en el corazón. Es necesaria nuestra adhesión personal, nuestra confianza íntima y sincera, al Señor resucitado, nuestra único Salvador. Durante esta Cuaresma debemos preguntarnos: si las afirmaciones del Credo están realmente grabadas en nuestro interior; si nos fiamos realmente de Dios; si nos dejamos conducir por Él, siguiendo el Evangelio; si estamos creciendo en su seguimiento o más bien estamos tibios y paralizados en nuestra vida cristiana; si nuestro corazón cree de verdad en la resurrección de Cristo y se produce, en la fe, nuestro encuentro con Él; si escuchamos su Palabra y nos alimentamos de su presencia en los sacramentos; si lo servimos en los pobres y lo ayudamos en los necesitados; si, iluminados por su enseñanza, renunciamos a la corrupción y al egoísmo; si acogemos su misericordia y su perdón, entonces experimentaremos la alegría de creer y recuperaremos el entusiasmo para transmitir la fe.
 
La fe cristiana no la vivimos en solitario (cf. PF 10). El que cree nunca está solo. La vivimos en la comunidad eclesial. La fe tiene una dimensión comunitaria que no podemos descuidar. Este año, en nuestro Plan Diocesano de Pastoral, estamos subrayando la importancia de descubrir la Iglesia diocesana. Por esta razón queremos también vivir una experiencia que nos ayudará a todos: profesar solemnemente nuestra fe en un encuentro diocesano, el día 25 de mayo, en La Rábida. Espero que podamos compartir todos ese momento de alegría fraterna.
 
La fe se expresa y madura en la caridad (cf. PF 14). Como en otros años, vamos a seguir ofreciendo la posibilidad de ayudar a nuestros hermanos más débiles a través del “Gesto solidario de Cuaresma”. Como bien sabemos, son bastantes las familias de nuestra Diócesis afectadas por la dura tragedia del paro, especialmente los jóvenes. Con ellos nos solidarizamos y queremos prestarle, en lo posible, nuestra ayuda. Queremos, igualmente, ofrecer un hogar digno a quienes viven el drama de la exclusión y un hogar acogedor a las madres y a sus pequeños que no tienen apoyo. Recordemos que la Cuaresma es tiempo de oración, de ayuno, es decir de liberarnos y privarnos de lo que nos frena en la vida cristiana y de compartir generosamente con los necesitados. El “Gesto solidario de Cuaresma” nos ayuda a vivir estas tres llamadas a la conversión: ora, ayuna y comparte. El resultado del mismo lo ofreceremos el mismo día de la solemne profesión de fe.
 
Que la Virgen María, dichosa porque creyó, nos acompañe y ayude a crecer en la fe, la esperanza y el amor.
 
Os bendigo con todo afecto.
 
+ José Vilaplana Blasco,
Obispo de Huelva

 
 
 

miércoles, 13 de febrero de 2013

EL VOLUNTARIADO Y LA OBRA SOCIAL

A través de este blog, la Hermandad quiere agradecer públicamente la labor que realizarn los voluntarios que forman parte de la obra social. Desde que comenzara a funcionar el comedor de forma provisional y hasta hoy, son más de 20 los voluntarios que hacen que diariamente podamos atender a las familias necesitadas de nuestro pueblo.
 
Sin su trabajo desintersado, este proyecto emprendido bajo el Bendito Nombre de Nuestra Virgen de Consolación no sería una realidad, por lo que desde aquí, la Hermandad agradece su colaboración y su testimonio de caridad y solidaridad.
 
La Santísima Virgen de Consolación, pilar de nuestra fe y orgullo de nuestro pueblo, sabrá pagar con creces vuestra entrega para con los más necesitados.

¡GRACIAS!
 
 

COMIENZA LA CUARESMA

Hoy, miércoles de ceniza, comienza la cuaresma, el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos para la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo



MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI PARA LA CUARESMA 2013

Creer en la caridad suscita caridad «Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» (1 Jn 4,16) Queridos hermanos y hermanas: La celebración de la Cuaresma, en el marco del Año de la fe, nos ofrece una ocasión preciosa para meditar sobre la relación entre fe y caridad: entre creer en Dios, el Dios de Jesucristo, y el amor, que es fruto de la acción del Espíritu Santo y nos guía por un camino de entrega a Dios y a los demás.
 
1. La fe como respuesta al amor de Dios
 
En mi primera Encíclica expuse ya algunos elementos para comprender el estrecho vínculo entre estas dos virtudes teologales, la fe y la caridad. Partiendo de la afirmación fundamental del apóstol Juan: «Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» (1 Jn 4,16), recordaba que «no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva... Y puesto que es Dios quien nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4,10), ahora el amor ya no es sólo un “mandamiento”, sino la respuesta al don del amor, con el cual Dios viene a nuestro encuentro» (Deus caritas est, 1).
 
La fe constituye la adhesión personal ―que incluye todas nuestras facultades― a la revelación del amor gratuito y «apasionado» que Dios tiene por nosotros y que se manifiesta plenamente en Jesucristo. El encuentro con Dios Amor no sólo comprende el corazón, sino también el entendimiento: «El reconocimiento del Dios vivo es una vía hacia el amor, y el sí de nuestra voluntad a la suya abarca entendimiento, voluntad y sentimiento en el acto único del amor. Sin embargo, éste es un proceso que siempre está en camino: el amor nunca se da por “concluido” y completado» (ibídem, 17). De aquí deriva para todos los cristianos y, en particular, para los «agentes de la caridad», la necesidad de la fe, del «encuentro con Dios en Cristo que suscite en ellos el amor y abra su espíritu al otro, de modo que, para ellos, el amor al prójimo ya no sea un mandamiento por así decir impuesto desde fuera, sino una consecuencia que se desprende de su fe, la cual actúa por la caridad» (ib., 31a). El cristiano es una persona conquistada por el amor de Cristo y movido por este amor ―«caritas Christi urget nos» (2 Co 5,14)―, está abierto de modo profundo y concreto al amor al prójimo (cf. ib., 33). Esta actitud nace ante todo de la conciencia de que el Señor nos ama, nos perdona, incluso nos sirve, se inclina a lavar los pies de los apóstoles y se entrega a sí mismo en la cruz para atraer a la humanidad al amor de Dios. «La fe nos muestra a Dios que nos ha dado a su Hijo y así suscita en nosotros la firme certeza de que realmente es verdad que Dios es amor... La fe, que hace tomar conciencia del amor de Dios revelado en el corazón traspasado de Jesús en la cruz, suscita a su vez el amor. El amor es una luz ―en el fondo la única― que ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar» (ib., 39). Todo esto nos lleva a comprender que la principal actitud característica de los cristianos es precisamente «el amor fundado en la fe y plasmado por ella» (ib., 7).
 
2. La caridad como vida en la fe
 
Toda la vida cristiana consiste en responder al amor de Dios. La primera respuesta es precisamente la fe, acoger llenos de estupor y gratitud una inaudita iniciativa divina que nos precede y nos reclama. Y el «sí» de la fe marca el comienzo de una luminosa historia de amistad con el Señor, que llena toda nuestra existencia y le da pleno sentido. Sin embargo, Dios no se contenta con que nosotros aceptemos su amor gratuito. No se limita a amarnos, quiere atraernos hacia sí, transformarnos de un modo tan profundo que podamos decir con san Pablo: ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí (cf. Ga 2,20). Cuando dejamos espacio al amor de Dios, nos hace semejantes a él, partícipes de su misma caridad. Abrirnos a su amor significa dejar que él viva en nosotros y nos lleve a amar con él, en él y como él; sólo entonces nuestra fe llega verdaderamente «a actuar por la caridad» (Ga 5,6) y él mora en nosotros (cf. 1 Jn 4,12).
 
La fe es conocer la verdad y adherirse a ella (cf. 1 Tm 2,4); la caridad es «caminar» en la verdad (cf. Ef 4,15). Con la fe se entra en la amistad con el Señor; con la caridad se vive y se cultiva esta amistad (cf. Jn 15,14s). La fe nos hace acoger el mandamiento del Señor y Maestro; la caridad nos da la dicha de ponerlo en práctica (cf. Jn 13,13-17). En la fe somos engendrados como hijos de Dios (cf. Jn 1,12s); la caridad nos hace perseverar concretamente en este vínculo divino y dar el fruto del Espíritu Santo (cf. Ga 5,22). La fe nos lleva a reconocer los dones que el Dios bueno y generoso nos encomienda; la caridad hace que fructifiquen (cf. Mt 25,14-30).
 
3. El lazo indisoluble entre fe y caridad
 
A la luz de cuanto hemos dicho, resulta claro que nunca podemos separar, o incluso oponer, fe y caridad. Estas dos virtudes teologales están íntimamente unidas por lo que es equivocado ver en ellas un contraste o una «dialéctica». Por un lado, en efecto, representa una limitación la actitud de quien hace fuerte hincapié en la prioridad y el carácter decisivo de la fe, subestimando y casi despreciando las obras concretas de caridad y reduciéndolas a un humanitarismo genérico. Por otro, sin embargo, también es limitado sostener una supremacía exagerada de la caridad y de su laboriosidad, pensando que las obras puedan sustituir a la fe.
 
Para una vida espiritual sana es necesario rehuir tanto el fideísmo como el activismo moralista. La existencia cristiana consiste en un continuo subir al monte del encuentro con Dios para después volver a bajar, trayendo el amor y la fuerza que derivan de éste, a fin de servir a nuestros hermanos y hermanas con el mismo amor de Dios. En la Sagrada Escritura vemos que el celo de los apóstoles en el anuncio del Evangelio que suscita la fe está estrechamente vinculado a la solicitud caritativa respecto al servicio de los pobres (cf. Hch 6,1-4). En la Iglesia, contemplación y acción, simbolizadas de alguna manera por las figuras evangélicas de las hermanas Marta y María, deben coexistir e integrarse (cf. Lc 10,38-42). La prioridad corresponde siempre a la relación con Dios y el verdadero compartir evangélico debe estar arraigado en la fe (cf. Audiencia general 25 abril 2012). A veces, de hecho, se tiene la tendencia a reducir el término «caridad» a la solidaridad o a la simple ayuda humanitaria.
 
En cambio, es importante recordar que la mayor obra de caridad es precisamente la evangelización, es decir, el «servicio de la Palabra». Ninguna acción es más benéfica y, por tanto, caritativa hacia el prójimo que partir el pan de la Palabra de Dios, hacerle partícipe de la Buena Nueva del Evangelio, introducirlo en la relación con Dios: la evangelización es la promoción más alta e integral de la persona humana. Como escribe el siervo de Dios el Papa Pablo VI en la Encíclica Populorum progressio, es el anuncio de Cristo el primer y principal factor de desarrollo (cf. n. 16). La verdad originaria del amor de Dios por nosotros, vivida y anunciada, abre nuestra existencia a aceptar este amor haciendo posible el desarrollo integral de la humanidad y de cada hombre (cf. Caritas in veritate, 8).
 
En definitiva, todo parte del amor y tiende al amor. Conocemos el amor gratuito de Dios mediante el anuncio del Evangelio. Si lo acogemos con fe, recibimos el primer contacto ―indispensable― con lo divino, capaz de hacernos «enamorar del Amor», para después vivir y crecer en este Amor y comunicarlo con alegría a los demás. A propósito de la relación entre fe y obras de caridad, unas palabras de la Carta de san Pablo a los Efesios resumen quizá muy bien su correlación: «Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios; tampoco viene de las obras, para que nadie se gloríe. En efecto, hechura suya somos: creados en Cristo Jesús, en orden a las buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicáramos» (2,8-10). Aquí se percibe que toda la iniciativa salvífica viene de Dios, de su gracia, de su perdón acogido en la fe; pero esta iniciativa, lejos de limitar nuestra libertad y nuestra responsabilidad, más bien hace que sean auténticas y las orienta hacia las obras de la caridad. Éstas no son principalmente fruto del esfuerzo humano, del cual gloriarse, sino que nacen de la fe, brotan de la gracia que Dios concede abundantemente. Una fe sin obras es como un árbol sin frutos: estas dos virtudes se necesitan recíprocamente. La cuaresma, con las tradicionales indicaciones para la vida cristiana, nos invita precisamente a alimentar la fe a través de una escucha más atenta y prolongada de la Palabra de Dios y la participación en los sacramentos y, al mismo tiempo, a crecer en la caridad, en el amor a Dios y al prójimo, también a través de las indicaciones concretas del ayuno, de la penitencia y de la limosna.
 
4. Prioridad de la fe, primado de la caridad
 
Como todo don de Dios, fe y caridad se atribuyen a la acción del único Espíritu Santo (cf. 1 Co 13), ese Espíritu que grita en nosotros «¡Abbá, Padre!» (Ga 4,6), y que nos hace decir: «¡Jesús es el Señor!» (1 Co 12,3) y «¡Maranatha!» (1 Co 16,22; Ap 22,20). La fe, don y respuesta, nos da a conocer la verdad de Cristo como Amor encarnado y crucificado, adhesión plena y perfecta a la voluntad del Padre e infinita misericordia divina para con el prójimo; la fe graba en el corazón y la mente la firme convicción de que precisamente este Amor es la única realidad que vence el mal y la muerte. La fe nos invita a mirar hacia el futuro con la virtud de la esperanza, esperando confiadamente que la victoria del amor de Cristo alcance su plenitud. Por su parte, la caridad nos hace entrar en el amor de Dios que se manifiesta en Cristo, nos hace adherir de modo personal y existencial a la entrega total y sin reservas de Jesús al Padre y a sus hermanos. Infundiendo en nosotros la caridad, el Espíritu Santo nos hace partícipes de la abnegación propia de Jesús: filial para con Dios y fraterna para con todo hombre (cf. Rm 5,5). La relación entre estas dos virtudes es análoga a la que existe entre dos sacramentos fundamentales de la Iglesia: el bautismo y la Eucaristía. El bautismo (sacramentum fidei) precede a la Eucaristía (sacramentum caritatis), pero está orientado a ella, que constituye la plenitud del camino cristiano. Análogamente, la fe precede a la caridad, pero se revela genuina sólo si culmina en ella. Todo parte de la humilde aceptación de la fe («saber que Dios nos ama»), pero debe llegar a la verdad de la caridad («saber amar a Dios y al prójimo»), que permanece para siempre, como cumplimiento de todas las virtudes (cf. 1 Co 13,13).
 
Queridos hermanos y hermanas, en este tiempo de cuaresma, durante el cual nos preparamos a celebrar el acontecimiento de la cruz y la resurrección, mediante el cual el amor de Dios redimió al mundo e iluminó la historia, os deseo a todos que viváis este tiempo precioso reavivando la fe en Jesucristo, para entrar en su mismo torrente de amor por el Padre y por cada hermano y hermana que encontramos en nuestra vida. Por esto, elevo mi oración a Dios, a la vez que invoco sobre cada uno y cada comunidad la Bendición del Señor.
 
Vaticano, 15 de octubre de 2012
 
BENEDICTUS PP. XVI
 
 

RENUNCIA DE S.S. EL PAPA BENEDICTO XVI

Benedicto XVI ha anunciado que renuncia a su ministerio como Papa durante el consistorio para la canonización de los mártires de Otranto. El Santo Padre ha explicado que por la edad avanzada, en los últimos meses sus fuerzas han disminuido «de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado». El 28 de febrero la sede de Roma quedará vacante y se convocará el cónclave para elegir al nuevo Pontífice.

Elevamos al Padre nuestras oraciones por la salud de quien durante años ha ejercido el ministerio de Pedro, y a Nuestra Madre de Consolación para que con su intercesión ilumine la elección del nuevo Santo Padre.

A continuación, adjuntamos las Carta de S.S. el Papa.



Queridísimos hermanos:
 
Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia.
 
 Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando.
 
Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado.
 
Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.
 
Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos.
 
Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice. Por lo que a mi respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria.

Vaticano, 10 de febrero 2013

BENEDICTUS PP. XVI
 

martes, 12 de febrero de 2013

BENDECIDO EL COMEDOR SOCIAL NTRA. SRA. DE CONSOLACIÓN.

El pasado sábado, en un emotivo acto que contó con una gran participación ciudadana, fue por fin bendecido e inaugurado el ansiado Comedor Social Nuestra Señora de Consolación, uno de los principales sueños de nuestra Hermandad. En menos de dos años, y tras presentarse de forma oficial el proyecto en abril del año pasado, hemos logrado poner en marcha este proyecto solidario tan necesario en nuestro pueblo, dentro del marco de la Obra Social de la Hermandad, siempre gracias a la implicación y colaboración de Cartaya y sus instituciones.
 
 
El comedor social promovido por nuestra Hermandad es el tercer comedor social de la provincia, junto a los situados en Huelva y Lepe, y el primero gestionado por una hermandad. Igualmente es uno de los pioneros en nuestra comunidad autónoma en el que los usuarios pueden retirar la comida para comer en familia. Estará destinado a todas las familias necesitadas de nuestro pueblo, que como consecuencia de la crisis económica son muchas. Por ello, el nuevo local cuenta con una capacidad para atender diariamente a 200 personas. No obstante, como es por todos conocido, el comedor empezó a funcionar el pasado mes de octubre, repartiendo entre 60 y 80 menús diarios, en unas instalaciones provisionales en el recinto ferial.
 
Las obras de acondicionamiento del nuevo edificio se han prolongado durante los tres últimos meses y han contado con un presupuesto de más de 50.142 euros, financiados gracias a una subvención tramitada a través de la Mancomunidad de Municipios Beturia en el marco del Programa de Fomento Agrario PFEA 2011, con las aportaciones del INEM (35.883 euros), la Junta de Andalucía (10.693 euros) y la Diputación Provincial de Huelva (3.564 euros). Las mismas han consistido en la creación de nuevos espacios en el edificio como una cocina, una cámara frigorífica, un almacén para alimentos, un ropero para almacenar ropa destinada a las personas necesitadas que la demandan, y una oficina. También se han adaptado los aseos y se han modificado las instalaciones eléctricas y de fontanería para adaptarlas a las necesidades del nuevo uso del edificio.
 
Al acto de inauguración asistieron los colectivos, hermandades y asociaciones de nuestra localidad, de otros municipios vecinos, así como numerosos cartayeros que no quisieron perderse un momento tan esperado por nuestra Hermadad y nuestro pueblo. Asistieron también los representantes de los distintos grupos que componen la Corporación Municipal con el Sr. Alcalde al frente. En un emotivo acto, el edificio fue bendecido por el Ilmo. Sr. D. Pedro Carrasco Chacón, Vicario Episcopal para el Testimonio de la Fe, asistido en todo momento por nuestro párroco y director espiritual D. Manuel Domínguez Lepe. Una vez finalizado el acto de inauguración y bendición, compartimos todos los presentes un aperitivo elaborado por los voluntarios del comedor con los mismos platos que se distribuyen a diario entre los usuarios.
 
 
En un día tan importante como el de la inauguración debíamos agradecer públicamente a las numerosas empresas, entidades, instituciones y ciudadanos que a título personal han hecho posible hacer este sueño realidad. Como no podía ser de otra forma, aprovechamos la ocasión para agradecer la impagable colaboración de los mas de veinte voluntarios que hacen posible que el comedor funcione gracias a su desinteresado trabajo diario. Del mismo modo se agradeció en el acto el apoyo del Ayuntamiento, que nos ha cedido el uso del edificio y cuyos técnicos han tramitado la realización de las obras de acondicionamiento del local; así como a la Asociación Padre Gabriel Contreras, que cedió en su día la parcela donde se ubica el comedor, la cual fue a su vez cedida a ésta anteriormente para fines sociales por los cooperativistas de la antigua Cooperativa del vino y el aceite. En homenaje a estos últimos fue descubierta una placa en el interior del comedor, junto al cuadro de la Santísima Virgen que lo preside. No podíamos dejar de reconocer también la colaboración y el apoyo de numerosas empresas locales de los sectores de la construcción, la alimentación, la distribución, la restauración o la agricultura; de las fundaciones Caja Granada y Caja Rural del Sur, de la entidad financiera La Caixa y de la Mancomunida de Municipios Beturia. Igualmente, son mercedoras de un especial agradecimiento organizaciones benéficas como la Asociación Madre Coraje y Fecons, que desde el principio siempre nos prestó su colaboración y orientación, así como de los más de 30 comedores de toda Andalucía que nos han asesorado y del centro de rehabilitación de drogodependencias de Cartaya. De mismo modo, no podía faltar un agradecimiento al hipermercado Carrefour y al Banco de Alimentos de Huelva, del que procede el 70 % de los alimentos del comedor.
 
Finalmente, debemos agradecer a todos los cartayeros su participación en este proyecto, y a los hermanos de esta Hermandad, pues gracias a su aportación podemos destinar el 20% de nuestros ingresos ordinarios a este proyecto de obra social, actualmente volcado en el Comedor Social que lleva el nombre de Nuestra Madre.
 
Hoy, que ya es una realidad, a todos:
 
 
¡UNA Y MIL VECES GRACIAS!
 
 













Las fotografías han sido cedidas por Jordi Landero y Consolación Pérez, a los que una vez más agradecemos su siempre desintersada colaboración.
 
 
 
 
 

martes, 5 de febrero de 2013

INAUGURACIÓN Y BENDICIÓN DEL COMEDOR SOCIAL



Después de más de un año de trabajo, el ansiado proyecto de obra social emprendido por nuestra Hermandad es ya una realidad.

Mucho ha sido el esfuerzo por parte de los hermanos que han coordinado este proyecto, que sin la impagable colaboración de los organismos, instituciones y empresas de nuestro pueblo, así como de todos los cartayeros en general, no hubiera podido llevarse a cabo. La colaboración de Cartaya, que una vez más ha demostrado ser un pueblo solidario, ha sido el empuje fundamental para que esta nave, comandada por la Virgen Santísima de Consolación como protectora de nuestro pueblo, haya llegado a buen puerto.
 
No ha pasado un año aún desde que el proyecto fuera presentado a los cartayeros en el Centro Cultural de la Villa, y aunque las tareas de elaboración y reparto de comida comenzaron el pasado 17 de octubre de forma provisional gracias al tesón de los voluntarios, a partir de ahora podrán realizarse en el remozado edificio que se ha adaptado para tal fin. Después de meses de obras, el próximo sábado será inaugurado y bendecido el Comedor Social Nuestra Señora de Consolación, que a partir de entonces tendrá su sede en la Avenida de Gibraleón, junto al Centro de mayores y dependeintes de nuestra localidad.
 
El acto, en el que nos acompañarán las autoridades y entidades colaboradoras, tendrá lugar el próximo domingo a las 13:30 horas, y a él están invitados todos cuantos cartayeros  deseen asistir.
 
Desde aquí, la Hermandad invita a todos los cartayeros a que nos acompañen en este día, en un acto tan esperado y que supondrá el pistoletzo de salida definitivo para este ambicioso proyecto de obra social,  tan necesario para nuestro pueblo. Animamos a todos los cartayeros a que se sumen al gran número de personas e instituciones que han colaborado hasta hoy, y entre todos, hagamos aún más  grande el espíritu solidario de nuestro pueblo. Solo es necesario querer ayudar a aquellos que más lo necesitan.  Eso, y el amparo de Nuestra Madre de Consolación, que ha estado siempre con los cartayeros en las mayores tribulaciones, será lo que haga que todo salga bien.

sábado, 2 de febrero de 2013

FIESTA DE LA PURIFICACIÓN DE MARÍA

Hoy, 2 de febrero, la iglesia celebra la Fiesta de la Purificación de María, también llamada de la Candelaria o de la Presentación de Jesús en el Templo.
 
Los orígenes de esta fiesta los encontramos en la tradición judía, por la que de acuerdo a la ley mosaica, una madre que había dado a luz a un hijo varón era considerada impura por siete días; además debía permanecer treinta y tres días "en purificación de su sangre"; pero si daba a luz a una niña, se duplicaba el tiempo que excluía a la madre del santuario. Al cumplirse el tiempo de su purificación (cuarenta u ochenta días) la madre debía traer al Templo un cordero para el holocausto y un pichón de paloma o una tórtola por el pecado; si no era capaz de ofrecer un cordero, podía presentar dos tórtolas o dos pichones; el sacerdote oraba por ella y entonces quedaba limpia. (Levítico 12,2-8).
Cuarenta días después del nacimiento de Cristo María cumplió con este precepto de la Ley; Ella redimió a su primogénito en el Templo (Números 18,15), y fue purificada por la oración del Bendito Simeón, en la presencia de Ana la profetisa (Lucas 2,22 ss.). Sin duda, la primitiva Iglesia de Jerusalén celebraba este acontecimiento, la primera presentación solemne de Cristo en la casa de Dios.
 
También nuestra Hermandad rememora esta Fiesta. Es por ello que el Niño de la Santísima Virgen luce desde el pasado 13 de Enero, festividad del Bautismo de Nuestro Señor, y hasta hoy, el tradicional traje de cristianar, siguiendo una antigua costumbre tan común en nuestra tierra.

 
 
Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea,
en tan graciosa belleza.
A Ti celestial princesa,
Virgen Sagrada María,
te ofrezco en este día,
alma, vida y corazón.
Mírame con compasión, 
no me dejes, Madre mía.