martes, 8 de noviembre de 2011

Historia: Siglo XIX (III)

El proceso de popularización de la devoción y engradecimiento del culto va de la mano del sentido tradicional de protección y consuelo tan relacionado desde su orígenes con la advocación.


En esta línea, por primera vez se tiene constancia escrita de uno de los milagros de la Virgen: Según recoge D. Celestino Maestre en su Diario en 1862, la Virgen libró a una mujer llamado Dolores, esposa de Francisco Galán, de un rayo que cayó en su casa, y que tras atravesar una pared maestra, desconchó las paredes y destrozó varios cuadros de Santos, cayendo la estampa de la Santísima Virgen de Consolación de uno de ellos sobre la mujer, echada en el suelo, protegiéndola de los efectos del rayo.


Pero donde especialmente se seguirá manifestado este sentido protector es en la participación de la Santísima Virgen en todas las procesiones de rogativa, tan frecuentes en el siglo XIX, y que tenían fundamentalmente dos motivos: la liberación del cólera morbo y la sequía, especialmente el primero de ellos.


Al igual que en siglos pasados, la Virgenen era acompañada en las rogativas del cólera por otras imágenes, como San Sebastián, San Roque, e incluso Padre Jesús en 1856. Al contrario que la devoción a la Virgen de Consolación, la de los otros dos santos protectores tradicionales de la esfermedades ya mencionados se encontraba en fase de decadencia, por lo que la Stma. Virgen se constituía en el centro de estas procesiones extraordinarias, que conllevaban recorridos excepcionales con bajada de la Venerada Imagen hasta la Iglesia, donde se dedicaban novenas y funciones en su honor para suplicar su intercesión, celebrando un culto de acción de gracias en el caso de alcanzar el favor implorado.


En su Diario, D. Celestino Maestre anotó todos los detalles de estas rogativas. El 9 de agosto de 1854, al avanzar el cólera por los pueblos cercanos, se organizó una procesión de rogativa para librar al pueblo del azote de la epidemia. La comitiva, formada por un nutrido cortejo que incluía al Ayuntamiento en pleno, partió con la imagen de San Sebastián hasta la Ermita de Consolación, donde fue recogida la Virgen y posteriormente llevada a la parroquia, iniciándose esa misma noche una novena extraordinaria. En la Parroquia permaneció la Virgen, y tras librar al pueblo de la epidemia pasado dos meses, en octubre, se organizaron las comisiones de hombre que empezaría a recaudar limosnas con el fin de realizar una Función de acción de gracias, que tendría lugar el 25 de noviembre, e incluiría también a San Sebastián, y que debía contar con todo aquello que contribuyese a su máximo lucimiento: el párroco de Ayamonte predicaría el Sermón, un pabellón cubriría el altar mayor, se imprimieron folletos y no se escatimó en cera, ornato y fuegos artificiales. El día de la función se iniciaron los cultos con maitines solemnes y novena en honor a la Stma. Virgen, así como con un castillo de fuegos artificiales, continuando el día siguiente con <>, finalizando por la tarde con una solemne procesión con las dos imágenes. La Virgen permaneció en la parroquia hasta el 5 de enero de 1855, en que due trasladada a la ermita en procesión solemne, con acompañamiento de catores y organo. Con leves variaciones, este sería el organigrama que a partir de entonces se repetiría en las siguientes rogativas.


Pero la epidemia, que se creía acabada, seguía dando coletazos por los pueblos vecinos en 1855, por los que el 15 de Julio volvía a realizarse otra procesión de rogativa, acompañada esta vez, junto con San Sebastián, por San Roque. A ésta le siguió, como de costumbre las novenas y los demás cultos de rogativa.


A partir de enero de 1856 la epidemia se reprodujo con más virulencia, afectando ya de lleno a la villa. Es por ello que el dia 10 del mismo mes, se organizó una nueva procesión de rogativa y a la que, en un intento desesperado de acumular imágenes medidoras ante la magnitud del problema, se incorporó la imagen de Padre Jesús.


La relación de la devoción con el mundo de las enfermedades espidémicas conoció en la segunda mitad del siglo otros hechos dignos de ser analizados, tales como usar algunas de sus dependencias como enfermería o lazareto, al menos hasta 1890.


En relación a las rogativas por la sequía, aunque menos trájicas que las ya mencionadas, fueron muy habituales teniendo en cuenta lo rural de la sociedad cartayera. Hay constancia documental de que estas se produjeran en 1849, 1850, 1851, 1855, 1857 y 1861, y en todas ellas procesiona exclusivamente la imagen de la Santísima Virgen, por lo que se puede entrever la relación de la Virgen de Consolación con los aspectos agrarios, vínculo que se mantendrá hasta nuestros días.


En estas circusntancias, la devoción a la Virgen alcanzaba influnecia comarcal. Prueba de ello es que fuese vistada por famílias foráneas, que personas de los pueblos cercanos participaran en las pujas, y las donaciones documentadas de vecinos de San Bartolomé, Ayamonte, Alosno, Isla Cristina, Lepe, Cádiz, La Puebla de Guzmán y Aljaraque entre 1845 y 1859.

Fuente: La Ermita de Consolación de Cartaya. Asociación Cultural Carteia. 1997

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