Mostramos ahora otra fotografía que quizás aparentemente no muestre novedad respecto de las anteriores, pues la Santísima Virgen aparece en desde un encuadre similar a los anteriores, y con los mismos aditamentos que en la mayoría de las fotografías ya expuestas.
Pero aún así, pensamos que en esta fotografía la Virgen no solo puede observarse especialmente bien en lo que a la talla se refiere, debido a la calidad de la fotografía, sino que muestra sobremanera la belleza sin par que poseía la antigua imagen.
Como hemos mencionado, aparece la Virgen en el sillón neoclásico realizado en 1850,con sus preseas de plata, la mantilla de tul bordado aún conservada,las joyas tradicionales, la gran rosa en su mano derecha, y la peluca de tirabuzonesel, así como el Niño sobrevestido con el traje de fina tela blanca y leves bordados. El encuadre, está entre aquellas fotografías en las que se muestra de frente, y ls que aparece vista desde su lado izquierdo. Quizás sea este encuadre el que muestre de forma especial la belleza del rostro de la Virgen.
Ésta fotografía es a nuestro parecer la que puede situarnos en la piel de aquellos Cartayeros que conocieron durante toda su vida a dicha imagen, y de aquellos que tanto lloraron su pérdida. La Santísima Virgen se configuraba por los años 20 y 30 del s.XX como la gran devoción mariana de Cartaya, la imagen que despertaba el fervor mariano de su pueblo cada año,y que escuchaba las súplicas de sus hijos día a día. Era ella la que con el paso de los siglos se había convertido en la Protectora de Cartaya en todas las tribulaciones. Su hermandad se había formalizado como reflejo de la devoción que despertaba, y todo lo que rodeaba a la Imagen, sus cultos y devoción, se encontraba en un periodo de esplendor: nuevo paso, manto, fiestas solemnísima,restauración de la Virgen, donaciones...
Pero las circunstancias políticas de la época nos privaron para siempre de esta magnífica imagen, de belleza arrolladora, y una unción sagrada que la había convertido en la Madre de los Cartayeros. Y así fue,que un 18 de Julio de 1936 pereció pasto de las llamas en lamisma plazoletilla de su ermita. Todavía los mayores recuerdan, con los bellos de punta, como siendo ellos pequeños, escuchaban a sus madres llorar desconsoladas desde las azoteas, al ver que aquellos "pobres hombres" no contentos con haber acabado con todo lo que había en la Parroquia, se dirigían calle Santa María arriba para muy posiblemente hacer desaparecer a la Virgen de sus amores. LLantos desconsolados que se tornaron en gritos de desconsuelo al ver como el humo se veía a lo lejos en la ermita.
Pero ni siquiera esa pérdida tan grande acabó con la llama consolacionista. La Santísima Virgen ,con esa mirada que derramaba Consuelo a raudales, había calado muy hondo ya en los corazones cartayeros desde hacía siglos, y cuando Ella quiso, volvió a resurgir de sus cenizas para desde su ermita seguir consolando a sus hijos de Cartaya. Ella, aquella antigua imagen de la Virgen, fue la semilla del gran rosal de Consuelo que a día de hoy es nuestra actual imagen titular, nuestra Virgen de Consolación, que es faro y guía, honor y gloria, alegría y orgullo de nuestro pueblo de Cartaya.
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