domingo, 1 de febrero de 2009
La antigua imagen de la Virgen (II)
Esta fotografía muestra a la antigua imagen desde otras perspectiva, también de cuerpo entero pero desde su lado izquierdo. Quizás sea la más difundida de las que se le realizaron a la virgen , pues sirvió para los "retratos" de la Virgen que se vendían por el pueblo, así como para la gran mayoría de cuadros de cabecera que aún se conservan repartidos por muchas casas. Se usó también esta fotografía para la mayoría de dípcticos y convocatorias de cultos desde los años 20 a los 50, pues aún se seguía reproduciendo la antigua imagen aún cuando ya se había realizado nuestra actual Amantísima Titular.
Como curiosidad, muestra a la Virgen sobre una cortina de damasco presumiblemente rojo, y sobre la peana del blanca del antiguo paso de salida. Estaba la Virgen situada muy posiblemente para la fotografía bajo en coro. Porta la imagen sus atributos característicos, que serán constantes ya en fotografías posteriores, la corona , el cetro, la mantilla de tul bodado, las potencias el Niño, y una gran rosa en la mano junto al cetro la Virgen. Ésta última no se aprecia con nitidez, por lo que no podemos concretar si era de orfebrería, tela o algún material cerámico. Aunque se tiene constancia de que la Virgen poseía dos juegos más de coronas, en los testimonios gráficos conservados solo aparecen las mencionadas del s. XIX, entendemos que por que serían las reservadas para las solemnidades. A diferencia también de la fotografía anterior, el Niño vuelve a aparecer sobrevestido como había ocurrido, igual que la Virgen, desde el siglo XIX hasta los años 20-30 del s.XX. Se ven los dieciochescos pendientes de oro que hacen juego con la gargantilla, y que aún se conservan. Se aprecia también con claridad como debajo de la mantilla asoma el pelo en forma de tirabuzones. Esta costumbre, heredera de la tradición de sobrevestir a la Virgen, se conservó cuando dejó de hacerse, e incluso después de que la Virgen fuera restaurada en Sevilla en 1934. Esta restauración tuvo lugar en Sevilla en 1934, por D. Francisco Ruiz Rodriguez, y se centró basicamente en resanar desperfectos de la policromía del ropaje las manos de ambas imágenes.
Adjuntamos también otra versión coloreada de esta misma instantánea, que no deja de ser interesante, aunque se presume que no muestra los colores reales de la imagen, pues se intuye que serían los mismos que actualemente, es decir, blanco y verde. El motivo quizás sea que en el estudio diesen los colores que pensaran eran los de la imagen, o por qué no, que quizás la imagen primitivamente estuviese estofada en celeste su manto y no en verde como lo conocemos.
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