La fundación de la actual Villa de Cartaya remonta sus orígenes al siglo XV. No hay constancia documental alguna de la devoción a la Santísima Virgen por aquellas fechas, ocupando el contexto devocional de la Cartaya de la época otras advocaciones como San Pedro, el titular de la Parroquia, San Sebastián, cuya ermita existía ya en 1509, la Virgen de las Reliquias y San Marcos.
Entre las devociones del s. XVI ya aparece la Santísima Virgen de Consolación, aunque la oscuridad documental de estos momentos hace imposible precisar la fecha exacta en la cual nació la devoción a la Santísima Virgen de Consolación en Cartaya.
El dato principal en que se asientan los orígenes de la devoción en la centuria decimoquinta la encontramos en documentos de 1603 que hablan de la ermita, en los cuales se constata la existencia de la devoción, el edificio y las rentas desde años antes. La ermita se ubicó en un altozano en el extrarradio del actual casco urbano, por aquella época bastante alejada de la población.
La fundación de la ermita ha sido tradicionalmente atribuida a un indiano Cartayero que envió el dinero suficiente para su construcción, y esta fundación particular es recogida también por Pascual Madoz. Aunque esta hipótesis no está confirmada por datos concretos, adquiere bastante credibilidad dada la alta cantidad de Cartayeros que emigraron a América alcanzando fortuna alguno de ellos. De lo que no tenemos constancia es de si este indiano habría instaurado la devoción o potenciado un culto de existencia anterior. Lo que si es cierto es que a lo largo del s. XVI afectaron varias epidemias y hambrunas, situaciones habituales en la recurrencia a devociones protectoras, por lo que muy posiblemente es este contexto se diera el nacimiento y expansión de la devoción a la Virgen de Consolación. Esta concepción de devoción protectora, remediadora de aflicciones y dispensadora de gracias y consuelo, estaría a partir de entonces unida a la de la Santísima Virgen. La relación de la Santísima Virgen con las enfermedades no se limitaba al alivio espiritual, ya que en determinadas ocasiones la ermita fue convertida en enfermería, en casos de epidemias.
Entre las devociones del s. XVI ya aparece la Santísima Virgen de Consolación, aunque la oscuridad documental de estos momentos hace imposible precisar la fecha exacta en la cual nació la devoción a la Santísima Virgen de Consolación en Cartaya.
El dato principal en que se asientan los orígenes de la devoción en la centuria decimoquinta la encontramos en documentos de 1603 que hablan de la ermita, en los cuales se constata la existencia de la devoción, el edificio y las rentas desde años antes. La ermita se ubicó en un altozano en el extrarradio del actual casco urbano, por aquella época bastante alejada de la población.
La fundación de la ermita ha sido tradicionalmente atribuida a un indiano Cartayero que envió el dinero suficiente para su construcción, y esta fundación particular es recogida también por Pascual Madoz. Aunque esta hipótesis no está confirmada por datos concretos, adquiere bastante credibilidad dada la alta cantidad de Cartayeros que emigraron a América alcanzando fortuna alguno de ellos. De lo que no tenemos constancia es de si este indiano habría instaurado la devoción o potenciado un culto de existencia anterior. Lo que si es cierto es que a lo largo del s. XVI afectaron varias epidemias y hambrunas, situaciones habituales en la recurrencia a devociones protectoras, por lo que muy posiblemente es este contexto se diera el nacimiento y expansión de la devoción a la Virgen de Consolación. Esta concepción de devoción protectora, remediadora de aflicciones y dispensadora de gracias y consuelo, estaría a partir de entonces unida a la de la Santísima Virgen. La relación de la Santísima Virgen con las enfermedades no se limitaba al alivio espiritual, ya que en determinadas ocasiones la ermita fue convertida en enfermería, en casos de epidemias.
Fuente: La Ermita de Consolación de Cartaya. Asociación Cultural Carteia. 1997
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