La ermita entra en el siglo XVII convertida en enfermería para los enfermos de peste, forma en laque aparece citada en el acta capitular de 1 de julio de 1602. En otra acta de 8 de Septiembre del mismo año se recoge como la peste había terminado y los enfermos que había en la ermita todos curados, por lo que se tenía que hacer saber de esto en los demás pueblos de la comarca.
Por aquellas fechas, y parece que desde su fundación, la ermita era administrada por un mayordomo que se ocupaba también de otras ermitas, nombrado directamente por el Prior de ermitas del arzobispado de Sevilla. El sustento económico de la ermita radicaba en ganado y tierras de su propiedad, limosnas ,entre ellas las de sepultura, y ofrendas.
A principios de este siglo la imagen contaba con un acentuado fervor popular, como se percibe de la mayor percepción de limosnas y que se celebrara en el santuario una feria, de carácter probablemente comarcal. Estos fueron los inicios de una época de auge de la devoción, fruto del cual se produjeron obras en la ermita en 1663.
Pero el dato por el cual se afirma con rotundidad este auge devocional es la fundación en 1667 de un patronato para hacer una fiesta con procesión, sermón y misa cantada, en el día del Nombre de María, por parte de Tomás Antonio Jurado. Esta fundación particular daría lugar probablemente a la primera procesión de la Virgen, siendo así mismo la primera salida de la que se tiene constancia documental. Por su situación extramuros de la población, la procesión de la Virgen se circunscribía al ámbito físico de la ermita y su zona aledaña, sin que el cortejo descendiese hasta la villa.
Esta situación de auge devocional se vio reforzada por la fundación de capellanías en la ermita y no la parroquia como era lo más común, las cuales están constatadas desde 1670. A partir de 1685 los datos son más precisos, y hay conocimiento de la fundación ese mismo año de una capellanía por Don Diego Guerrero que instituye una misa cantada el día de la Virgen de Agosto con vísperas el día antes, así como otra en 1699 de Gonzalo Martín Romero, entre otras.
Confirma este auge de la devoción la organización de una procesión de rogativa en 1675 en la que el Cristo de la Sangre se dirige hacia la ermita, donde se integraría la Virgen a la procesión para bajar ambos a la Parroquia, únicos casos en los que se conoce que bajara la Virgen a la Villa en dicha centuria. Esta inclusión de la Virgen en la rogativa confirma su carácter de devoción protectora en enfermedades y calamidades públicas, debiendo entenderse como una prueba de la fuerte devoción popular que iba alcanzando.
Por aquellas fechas, y parece que desde su fundación, la ermita era administrada por un mayordomo que se ocupaba también de otras ermitas, nombrado directamente por el Prior de ermitas del arzobispado de Sevilla. El sustento económico de la ermita radicaba en ganado y tierras de su propiedad, limosnas ,entre ellas las de sepultura, y ofrendas.
A principios de este siglo la imagen contaba con un acentuado fervor popular, como se percibe de la mayor percepción de limosnas y que se celebrara en el santuario una feria, de carácter probablemente comarcal. Estos fueron los inicios de una época de auge de la devoción, fruto del cual se produjeron obras en la ermita en 1663.
Pero el dato por el cual se afirma con rotundidad este auge devocional es la fundación en 1667 de un patronato para hacer una fiesta con procesión, sermón y misa cantada, en el día del Nombre de María, por parte de Tomás Antonio Jurado. Esta fundación particular daría lugar probablemente a la primera procesión de la Virgen, siendo así mismo la primera salida de la que se tiene constancia documental. Por su situación extramuros de la población, la procesión de la Virgen se circunscribía al ámbito físico de la ermita y su zona aledaña, sin que el cortejo descendiese hasta la villa.
Esta situación de auge devocional se vio reforzada por la fundación de capellanías en la ermita y no la parroquia como era lo más común, las cuales están constatadas desde 1670. A partir de 1685 los datos son más precisos, y hay conocimiento de la fundación ese mismo año de una capellanía por Don Diego Guerrero que instituye una misa cantada el día de la Virgen de Agosto con vísperas el día antes, así como otra en 1699 de Gonzalo Martín Romero, entre otras.
Confirma este auge de la devoción la organización de una procesión de rogativa en 1675 en la que el Cristo de la Sangre se dirige hacia la ermita, donde se integraría la Virgen a la procesión para bajar ambos a la Parroquia, únicos casos en los que se conoce que bajara la Virgen a la Villa en dicha centuria. Esta inclusión de la Virgen en la rogativa confirma su carácter de devoción protectora en enfermedades y calamidades públicas, debiendo entenderse como una prueba de la fuerte devoción popular que iba alcanzando.
Fuente: La Ermita de Consolación de Cartaya. Asociación Cultural Carteia. 1997
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