"Tiempo para crecer en la fe"
Mis queridos hermanos y hermanas
Cuando Jesús comenzó su predicación, proclamó:
“está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio”
(Mc 1, 15). Estas palabras del Señor relacionan estrechamente la
llamada a la conversión y la invitación a creer la Buena Noticia
que él nos ofrece. “Convertíos y creed”. La Cuaresma es tiempo
de conversión, es tiempo para crecer en la fe. La fe es la
aceptación, confiada y obediente, de lo que Dios nos ha comunicado a
través de su Hijo Jesucristo. Creer es acoger la Buena Noticia del
amor de Dios manifestado, sobre todo, en la muerte y resurrección de
Jesucristo. Convirtámonos creyendo, es decir, acogiendo ese don
extraordinario del amor de Dios, y crezcamos en la fe,
convirtiéndonos, es decir, dejándonos transformar por ese
acontecimiento que nos salva.
“Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos
tiene y hemos creído en él” (I Jn 4, 16). La Cuaresma de este Año
de la fe, al que nos ha convocado el Sucesor de Pedro, el Papa
Benedicto XVI, es para nosotros una oportunidad para profundizar en
nuestra fe. ¿Cómo? Recordemos unas palabras de San Pablo: “si
profesas con tus labios que Jesús es Señor, y crees con tu corazón
que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo” (Rom 10,
9). El Apóstol señala dos dimensiones importantes de la experiencia
de fe: profesar con los labios y creer con el corazón. Profesar
significa saber decir en público, manifestar, proclamar. Hemos de
saber decir en Quién creemos y expresar lo que creemos. La Iglesia
ha resumido la fe cristiana en el “Credo”, que es una síntesis
de lo que Dios nos ha revelado. Durante esta Cuaresma, en todas
nuestras parroquias, haremos un esfuerzo para explicar el Credo, para
que nuestra fe esté bien cimentada y todos los creyentes sepamos
decir bien y proclamar con firmeza nuestra fe. El momento más
adecuado para la profesión de fe en nuestras parroquias será la
celebración de la Vigilia Pascual. Después de haber profundizado en
la comprensión del Credo, durante la Cuaresma, unidos a nuestros
hermanos, celebrando la Resurrección del Señor, renovaremos las
promesas de nuestro Bautismo, expresando con gozo: “Sí, creo”.
San Pablo nos ha recordado que no basta profesar con
los labios, hay que creer con el corazón que Jesús resucitó de
entre los muertos. Lo que dicen los labios tiene que estar arraigado
en el corazón. Es necesaria nuestra adhesión personal, nuestra
confianza íntima y sincera, al Señor resucitado, nuestra único
Salvador. Durante esta Cuaresma debemos preguntarnos: si las
afirmaciones del Credo están realmente grabadas en nuestro interior;
si nos fiamos realmente de Dios; si nos dejamos conducir por Él,
siguiendo el Evangelio; si estamos creciendo en su seguimiento o más
bien estamos tibios y paralizados en nuestra vida cristiana; si
nuestro corazón cree de verdad en la resurrección de Cristo y se
produce, en la fe, nuestro encuentro con Él; si escuchamos su
Palabra y nos alimentamos de su presencia en los sacramentos; si lo
servimos en los pobres y lo ayudamos en los necesitados; si,
iluminados por su enseñanza, renunciamos a la corrupción y al
egoísmo; si acogemos su misericordia y su perdón, entonces
experimentaremos la alegría de creer y recuperaremos el entusiasmo
para transmitir la fe.
La fe cristiana no la vivimos en solitario (cf. PF
10). El que cree nunca está solo. La vivimos en la comunidad
eclesial. La fe tiene una dimensión comunitaria que no podemos
descuidar. Este año, en nuestro Plan Diocesano de Pastoral, estamos
subrayando la importancia de descubrir la Iglesia diocesana. Por esta
razón queremos también vivir una experiencia que nos ayudará a
todos: profesar solemnemente nuestra fe en un encuentro diocesano, el
día 25 de mayo, en La Rábida. Espero que podamos compartir todos
ese momento de alegría fraterna.
La fe se expresa y madura en la caridad (cf. PF 14).
Como en otros años, vamos a seguir ofreciendo la posibilidad de
ayudar a nuestros hermanos más débiles a través del “Gesto
solidario de Cuaresma”. Como bien sabemos, son bastantes las
familias de nuestra Diócesis afectadas por la dura tragedia del
paro, especialmente los jóvenes. Con ellos nos solidarizamos y
queremos prestarle, en lo posible, nuestra ayuda. Queremos,
igualmente, ofrecer un hogar digno a quienes viven el drama de la
exclusión y un hogar acogedor a las madres y a sus pequeños que no
tienen apoyo. Recordemos que la Cuaresma es tiempo de oración, de
ayuno, es decir de liberarnos y privarnos de lo que nos frena en la
vida cristiana y de compartir generosamente con los necesitados. El
“Gesto solidario de Cuaresma” nos ayuda a vivir estas tres
llamadas a la conversión: ora, ayuna y comparte. El resultado del
mismo lo ofreceremos el mismo día de la solemne profesión de fe.
Que la Virgen María, dichosa porque creyó, nos
acompañe y ayude a crecer en la fe, la esperanza y el amor.
Os bendigo con todo afecto.
+ José Vilaplana
Blasco,
Obispo de Huelva
Obispo de Huelva
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